Me encanta ver una iglesia repleta de gente el día de Navidad. En realidad, me encanta ver la iglesia llena el domingo, y mucho de lo que hacemos aquí en Dynamic Catholic es porque queremos que las iglesias se llenen todos los domingos como suele suceder en Navidad. Dicho esto, también me gusta una iglesia totalmente vacía. Me encanta entrar a una iglesia vacía, muy tranquila, en medio del día, y simplemente sentarme ahí un rato. Creo que debemos sentirnos cómodos con Dios de esa manera para que podamos sentarnos y estar con Él sin sentir que tenemos que estar diciendo algo constantemente. Y para desarrollar esa relación con Dios, para sentirnos cómodos con Él de esa forma, primero tenemos que sentirnos realmente cómodos estando en silencio. No obstante, creo que vivimos en una cultura en la que muchas veces se le teme al silencio. Le tenemos miedo al silencio y por ende llenamos nuestras vidas de ruido.
Cuando estás realmente enamorado de alguien, puedes simplemente estar con esa persona, a veces sobran las palabras y no hace falta hablar. Es poderoso estar con esa persona, simplemente disfrutamos de su compañía y anhelamos su presencia. Dios siempre nos habla en medio del silencio, y muy a menudo cuando nos habla en ese silencio, nos sentimos llamados a cambiar, a crecer, a desarrollarnos, a permitirle que nos transforme y eso puede asustarnos mucho.
Me gustaría invitarte y que te animes a aceptar el reto de pasar una hora en una iglesia vacía y tranquila. Solo ve y siéntate con Jesús por una hora. Ve y reza con Él y quédate esa hora en su compañía. Necesitamos un tiempo con Dios donde Él pueda llenarnos de toda su bondad, de su gracia y de su amor para así regresar al mundo a llevar su poderoso mensaje de esperanza a esas personas que carecen de ella y que simplemente no ven el potencial de sus vidas y las posibilidades que tienen en el mundo.