16 de diciembre, 2020
Yo estoy ciego, y tú también lo estás
Cuando tienes un problema en tu vida, cuando tienes una decisión importante que tomar o tienes un problema que resolver, ¿tienes en tu vida a alguien a quién recurrir, alguien que, desde la profunda óptica de la fe, te dé una poderosa perspectiva? ¿Tienes en tu vida a alguien que sabes tiene una relación profunda con Dios, alguien que es un gran amigo de Jesús y puede compartir reflexiones como esta contigo?
Mientras me preparaba para hablarles hoy, pensé en que cada vez hay un mayor número de personas que no tienen a alguien así en sus vidas. En realidad no tienen a nadie que esté caminando con Jesús. No tienen a nadie que pueda brindar una perspectiva divina ante un problema que estén enfrentado. Están inmersos exclusivamente en lo secular. Se ven rodeados únicamente por un montón de gente con puntos de vista mundanos, lo cual constituye un gran problema porque no puedes resolver problemas espirituales con soluciones mundanas. Y cada vez más en nuestra cultura, eso es lo que estamos tratando de hacer. Estamos tratando de resolver problemas espirituales con soluciones mundanas, con soluciones políticas, con soluciones financieras, y eso no funciona, simplemente no funciona. Y vemos los efectos en nuestra sociedad todo el tiempo.
En la lectura de hoy, «los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia la Buena Nueva». Mientras leemos esto, la tentación es pensar en otras personas, ¿sabes? Mientras leemos que los ciegos recuperan la vista, la tentación o el riesgo es pensar: −¡Ah sí, qué bueno es esto para los ciegos! Pero la realidad es que nosotros somos los ciegos, yo soy el ciego. Los cojos caminan, yo soy el cojo. Los leprosos quedan limpios, yo soy el leproso. Los muertos resucitan, vuelven a la vida. ¿Qué parte de tu vida está muerta ahora mismo y necesitas que venga Jesús a darle vida? Y los pobres reciben la Buena Nueva. Sabes, somos gente pobre. Podemos pensar que tenemos bienes materiales. Podemos pensar que los pobres son otros. En cierto sentido, todos vivimos en la pobreza. ¿Cuál es tu pobreza? ¿Cuál es la pobreza con la que has estado lidiando en esta etapa de tu vida? Jesús quiere abordar esa pobreza, quiere llevarte la Buena Nueva y sacarte de ella.
Es realmente algo hermoso, mientras recorremos juntos las lecturas del día… En tan solo un par de minutos, compartimos algunas reflexiones, vemos cómo todo se relaciona y cómo Dios manifiesta su gran amor e interés por nosotros en todas nuestras afecciones. Y yo tengo todos estas afecciones. Y creo que si profundizas en ello, y creo que lo harás, en mayor o menos grado, tú también las tienes. Y por supuesto, lo que esto hace es que nos tornemos hacia Dios. Cuando nos percatamos de que estoy ciego, sordo, cojo y que estoy muerto, nos tornamos hacia Dios para ser salvados, pues somos personas que necesitamos salvación.